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lunes, 2 de septiembre de 2019

KARMA Y RELACIONES KÁRMICAS












¿Qué es el karma?

    En Occidente interpretamos como karma una ley universal de causa-efecto, según la cual las malas acciones traerán como contrapartida efectos negativos en quien las realizó y, a la inversa, efectos positivos si se realizasen buenas acciones. La creencia en esta ley prosperó debido a la influencia desde el siglo XIX del espiritismo y de varias religiones orientales, en especial del hinduismo, el jainismo y el budismo.
    Según el hinduismo, el karma sería una ley de acción-reacción, por la que las buenas acciones serían premiadas y las malas castigadas por el dios lama, dios de la muerte o el inframundo.
    Para el jainismo, doctrina de la India que no profesa culto a ningún dios, el karma estaría sujeto a leyes más físicas que morales y se sustentaría en el dolor y el sufrimiento que el alma deberá experimentar en cada reencarnación.
    El budismo, en cambio, contempla el karma como el efecto automático de todas nuestras acciones, excluyendo el componente del castigo externo o divino, siendo sólo nosotros quienes nos haríamos responsables de nuestras acciones y los efectos que generan.

    Sea como fuere, ya digo que en Occidente está muy arraigada la idea de identificar el karma con una carga energética negativa que hay que expiar tarde o temprano, lo que nos remite también a la creencia en el castigo divino, propia de la tradición judeocristiana. Pero nada más lejos de la realidad.
Sí es cierto que todas nuestras acciones tienen consecuencias que pueden interpretarse como buenas o malas y según nos afecten. Pero eso es todo.
    Desde el punto de vista occidental y de muchas religiones, cada mala acción recibirá su correspondiente castigo. De modo que, por esa regla de tres, actuamos bien por miedo al castigo y juzgamos las acciones de los demás con la esperanza de que tarde o temprano ellos también recibirán su castigo, con lo cual -reconozcámoslo o no- se verán satisfechos nuestros “deseos”de venganza.
    Al final el karma, tal y como lo estamos interpretando, pende sobre nuestras cabezas como la espada de Damocles, persiguiéndonos vida tras vida y condicionando todos y cada uno de nuestros actos, a lo que se añadiría además el condicionante de un destino inamovible, como muchos quieren creer.

Cuando el karma nos persigue...

    Desde el punto de vista de los Registros Akáshicos, el karma engloba todas nuestras acciones físicas, mentales y verbales, tanto presentes como pasadas y futuras. Todas esas acciones dejan su impronta y nuestro mundo, que nosotros contribuimos a crear, es resultado al cien por cien de dichas acciones, palabras y pensamientos. De ahí la importancia de mantener una actitud consciente en todo momento, pues no hay mejor forma de cambiar el karma que observar lo que hacemos, pensamos, sentimos y hablamos para adoptar una actitud distinta, más positiva.

Las relaciones kármicas

    Estas relaciones, ya sean con la pareja o con personas que vamos conociendo a lo largo de la vida, con las que parecen unirnos inexplicables lazos energéticos, se basan en contratos o acuerdos de almas. Estos acuerdos de almas se hacen para realizar juntos determinados aprendizajes.
    Muchas personas anhelan tener una relación de pareja kármica, convencidas de que es la ideal. Una vez más, esto no es así, pues el aprendizaje exige pasar por problemas, obstáculos y conflictos que son los que nos darán las enseñanzas que vamos buscando a nivel de alma. A menudo se dice de este tipo de relaciones que se trata “de parejas por destino”, como si tuviesen que estar unidas por alguna maldición o ley inamovible. Esto tampoco es así, en mi opinión.
    Los contratos kármicos, sean del tipo que sean, se realizan sólo a nivel álmico, por lo que una vez encarnados podemos decidir revocar dichos acuerdos si no nos interesa estar con esa persona.
Un contrato conlleva obligación y no es así como se trabaja desde el amor, la libertad y por propia  voluntad.
    Concluyendo: los contratos kármicos SÍ pueden limpiarse y revocarse sin que ello implique necesariamente un alejamiento de la otra persona (algo que suelen temer quienes consultan sus Registros por esta causa), porque una vez hecha la limpieza podremos elegir libremente y desde el amor si queremos o no seguir acompañando y aprendiendo con esa persona.

    Entender el karma es abrir tu corazón a una mayor compasión y amabilidad para ti mismo y para los demás, como dice Chad Foreman.


Cómo limpiar o purificar tu karma negativo

    Como ya he comentado, una relación kármica puede limpiarse directamente solicitando a tu Yo Superior que borre esa energía de tus Registros Akáshicos.
    Nuestra actitud diaria también es fundamental para ir desactivando esas energías del karma (presente, pasado y futuro) con las que estamos cargando. ¿Cómo?

Cinco pasos para limpiar tu karma


  1. Identificar el karma y su origen
  2. Evitar los conflictos
  3. Asumir la responsabilidad de los errores propios
  4. Arrepentimiento del daño que hiciste a otros
  5. Intención de hacer cuanto se pueda para no hacer daño a nadie

Chad Foreman sugiere iniciar nuestras meditaciones a este fin con esta pequeña plegaria:

    “Me arrepiento de todo el daño que me he hecho a mí mismo y a los demás.
    Pido para ello que esta meditación me conecte con la sabiduría del corazón”.

    Como puede verse, se dice “a mí mismo y a los demás”, porque de poco valen el amor y la compasión si no nos incluimos a nosotros mismos.
    También es imprescindible poner intención en sanar ese karma y actuar en consecuencia.

                         “No serás castigado por tu ira, tu ira será tu castigo”. Buda





Para solicitar una lectura de Registros Akáshicos puedes contactar conmigo por aquí, a través del  correo mtmarber@gmail.com o por whatsapp en el 619085445.

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