La meditación es una herramienta cada vez más recurrente en
multitud de disciplinas. Los beneficios de la misma son sobradamente conocidos.
Entre muchos de ellos destacaríamos los siguientes:
- Disminución y estabilización
de la presión sanguínea
- Aumento de la
capacidad de concentración
- Aumento de la
actividad intelectual
- Aumento de la
actividad inmunológica
- Disminución del
estrés
- Estabilización de
valores hormonales
Sin duda, son razones
más que suficientes para incorporar la meditación a un estilo de vida saludable. Aparte de ser una herramienta imprescindible
para fortalecer en general nuestro
crecimiento personal, podemos recurrir a ella también con un objetivo
concreto.
En este caso me
referiré a ella como una estrategia para la autosanación. La siguiente meditación se aplica, con
diferentes variaciones, en psicoterapia
por ejemplo, aunque se trata de un ejercicio que cualquiera de nosotros puede
realizar sin necesidad de ser dirigido por un terapeuta. Básicamente se trata de escuchar a nuestro
cuerpo. Con la práctica, lograremos
interpretar los mensajes de alerta o auxilio que constantemente nos envía
nuestro cuerpo. Solo hay que estar alerta y escuchar. Sin analizar, sin juzgar
ni culparnos de nada, dando rienda suelta a los sentimientos, sensaciones y
emociones que se deriven de nuestra observación y nuestra escucha.
1.
Se puede
realizar este ejercicio sentado o tumbado.
Primero relajaremos el cuerpo con unas cuantas respiraciones
completas. A continuación exploraremos
mentalmente nuestro cuerpo en busca de sensaciones o señales que indiquen la
presencia de un problema, ya sea físico, emocional, mental, etc.
Nos
detendremos en aquella parte del cuerpo que nos preocupe o donde se localice el
problema. Cualquier preocupación, ya sea financiera, laboral o social,
igualmente es susceptible de ser localizada en determinada parte del cuerpo y
podemos dejar que sea nuestra intuición, nuestro yo interior o nuestro guía,
quien nos la señale.
2.
Una vez
localizado, podemos dar forma color, tamaño, textura, densidad, etc. a eso que
nos preocupa, ya sea un dolor, molestia, miedo…
¿Se trata de algo constante o aparece de forma intermitente? ¿Qué
sentimos al pensar en ello? ¿Nos provoca rabia, rencor, fastidio…? ¿Se nos ocurre algún calificativo o
comparación? No importa que parezca poco acertado o grosero, lo que importa es
verbalizarlo y que nos haga conectar con el problema. ¿Por qué nos está sucediendo eso y qué
solución le hemos estado dando hasta ahora? ¿Acaso no nos damos cuenta de que
esa solución no es válida, puesto que el problema sigue ahí?
Detengámonos
a escuchar con atención los mensajes que nos envía nuestro cuerpo.
3.
Ahora que
tenemos localizada la parte del cuerpo donde ubicamos el problema, llevaremos
allí ambas manos y nos concentraremos en ese punto en concreto, hasta que descubramos
y conectemos con la esencia del problema y le enviaremos amor. Así como suena: enviamos AMOR. No es extraño que en el momento de la conexión
liberemos emociones de diversas formas: llanto, suspiros, sacudidas
involuntarias, etc.
Mantendremos
las manos en esa posición el tiempo que consideremos adecuado y repetiremos el
ejercicio cuantas veces sea necesario, durante el tiempo que queramos.
Según Barbara Ann
Brennan, toda enfermedad o dolencia es un mensaje que indica que no nos hemos
amado como debíamos.
Lo cierto es que la
enfermedad, cualquier molestia física o problema emocional pueden estar
indicándonos que hay algo que no estamos
aceptando, algo que no queremos ver o nos negamos a gestionar adecuadamente.
Atendamos pues al
lenguaje de nuestro cuerpo y escuchemos conscientemente sus señales como un paso
imprescindible para la AUTOSANACIÓN.
María Teresa Marcos
No hay comentarios:
Publicar un comentario