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domingo, 21 de junio de 2015

MEDITACIÓN DE AUTOSANACIÓN: ESCUCHA LO QUE DICE TU CUERPO



La meditación es una herramienta cada vez más recurrente en multitud de disciplinas. Los beneficios de la misma son sobradamente conocidos. Entre muchos de ellos destacaríamos los siguientes:

- Disminución y estabilización de la presión sanguínea                 

- Aumento de la capacidad de concentración
- Aumento de la actividad intelectual
- Aumento de la actividad inmunológica
- Disminución del estrés
- Estabilización de valores hormonales

Sin duda, son razones más que suficientes para incorporar la meditación a un estilo de vida saludable.  Aparte de ser una herramienta imprescindible para fortalecer en general  nuestro crecimiento personal, podemos recurrir a ella también con un objetivo concreto. 

En este caso me referiré a ella como una estrategia para la autosanación.  La siguiente meditación se aplica, con diferentes variaciones, en  psicoterapia por ejemplo, aunque se trata de un ejercicio que cualquiera de nosotros puede realizar sin necesidad de ser dirigido por un terapeuta.  Básicamente se trata de escuchar a nuestro cuerpo.  Con la práctica, lograremos interpretar los mensajes de alerta o auxilio que constantemente nos envía nuestro cuerpo. Solo hay que estar alerta y escuchar. Sin analizar, sin juzgar ni culparnos de nada, dando rienda suelta a los sentimientos, sensaciones y emociones que se deriven de nuestra observación y nuestra escucha.

1.       Se puede realizar este ejercicio sentado o tumbado.  Primero relajaremos el cuerpo con unas cuantas respiraciones completas.  A continuación exploraremos mentalmente nuestro cuerpo en busca de sensaciones o señales que indiquen la presencia de un problema, ya sea físico, emocional, mental, etc.
Nos detendremos en aquella parte del cuerpo que nos preocupe o donde se localice el problema. Cualquier preocupación, ya sea financiera, laboral o social, igualmente es susceptible de ser localizada en determinada parte del cuerpo y podemos dejar que sea nuestra intuición, nuestro yo interior o nuestro guía, quien nos la señale.

2.       Una vez localizado, podemos dar forma color, tamaño, textura, densidad, etc. a eso que nos preocupa, ya sea un dolor, molestia, miedo…  ¿Se trata de algo constante o aparece de forma intermitente? ¿Qué sentimos al pensar en ello? ¿Nos provoca rabia, rencor, fastidio…?  ¿Se nos ocurre algún calificativo o comparación? No importa que parezca poco acertado o grosero, lo que importa es verbalizarlo y que nos haga conectar con el problema.  ¿Por qué nos está sucediendo eso y qué solución le hemos estado dando hasta ahora? ¿Acaso no nos damos cuenta de que esa solución no es válida, puesto que el problema sigue ahí?

Detengámonos a escuchar con atención los mensajes que nos envía nuestro cuerpo.

3.       Ahora que tenemos localizada la parte del cuerpo donde ubicamos el problema, llevaremos allí ambas manos y nos concentraremos en ese punto en concreto, hasta que descubramos y conectemos con la esencia del problema y le enviaremos amor.  Así como suena: enviamos AMOR.  No es extraño que en el momento de la conexión liberemos emociones de diversas formas: llanto, suspiros, sacudidas involuntarias, etc. 

Mantendremos las manos en esa posición el tiempo que consideremos adecuado y repetiremos el ejercicio cuantas veces sea necesario, durante el tiempo que queramos.


Según Barbara Ann Brennan, toda enfermedad o dolencia es un mensaje que indica que no nos hemos amado  como debíamos
Lo cierto es que la enfermedad, cualquier molestia física o problema emocional pueden estar indicándonos  que hay algo que no estamos aceptando, algo que no queremos ver o nos negamos a gestionar adecuadamente.   
Atendamos pues al lenguaje de nuestro cuerpo y escuchemos conscientemente sus señales como un paso imprescindible para la AUTOSANACIÓN.


María Teresa Marcos

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