En los primeros meses del pasado año(2014) tuve ocasión de asistir
como voluntaria a aproximadamente una docena de personas del Centro de Día para
Mayores de Miguelturra, localidad donde resido, que depende del Ayuntamiento.
Me postulé para ofrecer sesiones de Reiki a ese colectivo,
que recibe asistencia diurna en dicho centro, en primer lugar para ampliar mi
experiencia y en segundo lugar para tratar de abrir un resquicio y darme a
conocer. Y aunque la segunda se quedara
en una tímida tentativa, la primera parte de la experiencia fue inmejorable. http://www.miguelturra.es/node/15656
Estamos hablando en este caso de un colectivo de personas ancianas,
algunas con problemas de movilidad y otras con patologías neurológicas en
distintos grados (básicamente Alzheimer y demencia senil).
De entrada, el primer escollo a salvar fue la presentación
de esta terapia y argumentar a su favor los más que probables beneficios que
podría aportar a estas personas. Por suerte,
fui acogida de inmediato con bastante interés y prácticamente me incorporé al
centro al día siguiente, como quien dice.
Aprovecho aquí para manifestar mi agradecimiento por el agradable y
atento trato que recibí por parte de todo el personal del centro y de los
mayores.
El programa consistía en aplicar 2 sesiones semanales de
reiki al menos durante dos semanas consecutivas, a un grupo de personas que me
iba asignando el personal del Centro, consensuándolo previamente conmigo. Quiero decir, que si yo consideraba que había
alguna persona que precisara más sesiones, no había inconveniente para
incrementar el número.
Explicar a estas personas lo que iba a hacerles no supuso
mucho esfuerzo. Debo decir que algunos acogían la terapia con cierto recelo,
pues no terminaban de entender qué era eso tan raro de la energía que yo les
iba a canalizar. Sin embargo, al terminar la sesión, solían comentar lo que
habían percibido, como el calor de las manos o cierto hormigueo o calor en
alguna parte de su cuerpo. Fuera como fuese, en la inmensa mayoría de los casos
las sensaciones que percibían les resultaban sumamente agradables y alguna de
las cuidadoras comentaba posteriormente que se les notaba ante todo más
relajados y de mejor humor.
Una de las personas a las que tuve ocasión de tratar, que
agradecía especialmente las sesiones de Reiki, era a su vez el cuidador de su
mujer, afectada de Alzheimer en estado bastante avanzado, pues calmaban su
dolor de cabeza y el estrés provocado por el estado de alerta constante al que se veía sometido. Relataba
incluso que había notado una mejora en su descanso.
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Reiki es efectivo en el tratamiento de la depresión de los ancianos |
Las sesiones se aplicaban con el paciente sentado en una
silla con respaldo, para evitarle la molestia de tener que tenderse en una
camilla, cuando la mayor parte de estos pacientes tienen problemas de
movilidad. En un par de casos de Alzheimer
muy avanzado, en los que las pacientes eran incapaces de mantenerse quietas durante
toda la sesión, practicábamos el Reiki en movimiento, las tomaba de las manos y procuraba seguirlas
por la habitación, respondiendo a sus comentarios o simplemente escuchando y manteniendo
el contacto físico o visual, mientras canalizaba energía.
El tratamiento era integral, insistiendo más en las posiciones que así lo
requiriesen, en la mayoría de los casos básicamente en las de cabeza. Para empezar, el equilibrado de chakras por
pares es un recurso muy interesante cuando ha de hacerse el tratamiento con
premura. No es infrecuente encontrarse con desequilibrios acusados en chakra coronario y raíz en personas de avanzada edad, más patentes aun
cuando se hallan ya en un momento cercano a la muerte.
En líneas generales pude constatar, por los propios
comentarios de los pacientes, de sus cuidadoras, la directora del Centro y mis
propias percepciones durante la práctica, que Reiki es una terapia
complementaria que debería ser tenida en cuenta en colectivos como estos, por
sus innegables beneficios.
Entre los efectos constatados se apreciaron los siguientes:
-Relajación muscular y de la actividad mental
-Incremento de la energía vital
-Mejora notable de la sensación de bienestar y alegría
-Mejora de la calidad del sueño
-Sensación de mayor seguridad, mayor anclaje a tierra
-Mejora de la percepción del entorno; los pacientes a menudo
comentaban que observaban las cosas como con más calma, con más distancia y
sentían que no les afectaban del mismo modo.
Según diferentes observaciones, otros efectos de Reiki en
las personas de este colectivo suelen ser:
-Mejora del sistema inmunológico
-Mejora del ritmo cardíaco
-Reducción de dolores crónicos
-Mejora de la movilidad
-Mejora de la capacidad de concentración y creatividad
-Reducción del estrés y la ansiedad
Conclusión
Tras mi experiencia personal, sólo me queda recomendar sin ninguna duda el tratamiento
Reiki a las personas ancianas. Son un colectivo que merece nuestra especial
atención, sobre todo teniendo en cuenta que todos llegaremos tarde o temprano a
esas edades.
Reiki es una terapia complementaria que no solo no
interfiere con los tratamientos tradicionales de la medicina, sino que los
complementa y mejora notablemente los efectos secundarios en algunos casos,
pudiendo suplir en otros parte de la ingesta de medicamentos, naturalmente siempre
que se haga con el conocimiento y consentimiento del médico.
Vista la lista de
beneficios constatados, queda clara la
mejor calidad de vida que puede ofrecer Reiki a estas personas. Beneficios físicos,
emocionales, mentales y espirituales.
Este último aspecto, que a veces cuesta
reconocer, es innegable. Durante mi práctica
con estas personas me he podido constatar lo receptivas que se muestran a este
nivel aquellos individuos que, por ejemplo, están pasando por un interminable
duelo (por la pérdida del cónyuge o un hijo) y el consuelo que Reiki les aporta
en este sentido. También es interesante observar cómo se abren algunas de ellas
para empezar a percibir con mayor naturalidad el tema de la muerte, algo que
aún se considera bastante tabú en nuestra sociedad, siendo así que Reiki se
convierte en una herramienta a tener en cuenta para ayudar a los mayores a
prepararse para el tránsito.
Ojalá, y al igual que la práctica de Reiki ha ido
introduciéndose en los hospitales de medio mundo y ya se acepta como práctica
complementaria dentro del modelo sanitario de algunos países europeos, llegue
el día en que se considere necesaria su aplicación en el ámbito de los centros
de atención a la tercera edad.
María Teresa Marcos
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